martes, 20 de noviembre de 2012

QUE TRATA DE LO QUE HAGO Y DEJO DE HACER EN ÁMBITO PROFESIONAL

Si habéis llegado hasta aquí sabréis de antemano que este año vivo en Madrid, pero posiblemente se os escape la razón de por qué estoy aquí. 

En una de mis múltiples obsesiones por el tiempo futuro, me planteé seriamente cuál era el camino que quería tomar. Habréis notado que la palabra camino está en cursiva. No se trata de una licencia poética o un echo aislado y azaroso, sino que tiene una explicación. Quería resaltar de alguna manera la palabra camino, ya que, a pesar de haber estado pensando en él durante mucho tiempo, todavía no ha sido firmemente planteado o trazado, por lo tanto, he creído conveniente que lo tengáis en cuenta. En todo caso, decidí hacer un máster dedicado a lo que, en ese momento y hasta ahora, parece ser la vía que más me atrae en lo que respecta a mi ámbito académico; la enseñanza de la lengua española a extranjeros. Estando en París empecé a buscar información acerca de este máster y las posibilidades que había de cursarlo este año, al igual que las salidas profesionales y demás detalles a tener en cuenta cuando te embarcas en una empresa de tal calibre. Tuve la suerte de que se dieron diversas circunstancias propicias para que pudiera decidirme por ello, así que eché adelante la idea y surgió. 
En un primer momento tenía tres destinos posibles para pasar el año. 
El primero de ellos Alcalá de Henares, donde estoy cursando actualmente el máster, a pesar de que viva en Madrid. 
El segundo de los destinos era Salamanca y el tercero Sevilla. 

-¿Por qué estas tres ciudades? - os estaréis preguntando. 

La respuesta es muy sencilla, en estas tres ciudades se ofrecía este máster con la categoría de máster oficial. Para aquellos que no lo sepan y a modo rápido, un máster oficial, en contraposición a un máster de título propio, es uno regulado a nivel estatal, reconocido por el Gobierno de España que te abre las puertas a un doctorado, teniendo reconocimiento en todo el Estado español y no solo dependiendo del prestigio de la universidad que lo imparte. 

-¿Por qué Alcalá de Henares? 

Me decidí por Alcalá por el simple hecho de vivir en Madrid. También solicité plaza en la Universidad de Salamanca, pero finalmente vi la opción de vivir en una ciudad grande y no lo dudé. Después de mi experiencia en París, me di cuenta de que era lo que realmente necesitaba y ahora, viéndolo con perspectiva, no me arrepiento para nada. Madrid, al igual que París, tiene una amplia oferta, tanto a nivel cultural como a nivel de vida que se adapta perfectamente a lo que estoy buscando en este momento.

Así, veis como mi camino se orientó a la enseñanza a extranjeros, dándome la oportunidad de seguir mi búsqueda fuera de España. Este motivo fue el que me movió a pasar el año aquí, pero al igual que yo, sabéis que esto no impide que me gire el viento y pronto termine en otro lugar.
Pero de eso ya hablaré en otra ocasión. 

Agur.

jueves, 8 de noviembre de 2012

QUE TRATA DE LAS CASUALIDADES O LA ALINEACIÓN DE LOS PLANETAS

La mayoría sabréis, si me conocéis, que me encantan las casualidades. También debo decir, que, normalmente, estoy rodeado de ellas. No sé si ellas me buscan a mi o si soy yo, que no paro de encontrarlas. 
El sábado salí de fiesta, porque como sabemos, las casualidades no vienen a buscarte a casa, se encuentran ahí fuera, en la lluvia. Y ahí es donde fuimos, bajo la lluvia por las calles de Madrid, un amigo y yo. Entramos en unos bares buscando el mejor sitio para resguardarnos y a su vez, escuchar algo de buena música. Encontramos el lugar, una discoteca con música indie que nos ofreció un buen plan. 
La noche iba transcurriendo tranquilamente, música, mucha gente y sin ningún altercado de gravedad. Salimos a que mi amigo fumara, porque todo el mundo sabe, que las casualidades vienen a pedir fuego o a veces, a pedir algún cigarrillo. No fue el caso, la casualidad estaba dentro de ese enorme recinto de luces. Volvimos a entrar y allí vi a mi casualidad. Tuve que mirar dos veces, porque pensé creí estar equivocado pero no. 
Cabeza rapada, estatura media, y chaqueta azul marino. La misma chaqueta azul marino que hacía dos años. Me dirigí a él.

-Excuse moi, tu es français? - Disculpa, ¿eres francés?
-¿Arald? ¡Arald!
(abrazo [...] continúa la conversación)

David, un chico de la mismísima ciudad de Besançon. Francés como la baguette y el queso brie, estaba en la misma discoteca que yo, una lluviosa noche de noviembre en una ciudad a kilómetros de distancia de nuestras respectivas casas. Habíamos perdido el contacto durante este último año y aquí lo ves, estudiando este curso en Madrid.

Podéis llamarlo como queráis, pero a mi me gusta llamarlo casualidad

domingo, 4 de noviembre de 2012

QUE TRATA DE LAS SEMANAS PREVIAS AL COMIENZO DEL MÁSTER O DE LA LIBERTAD EN ESTADO PURO

Las primeras semanas en Madrid se podrían definir mediante dos figuras antitéticas: descubrimiento y reencuentro. 
La primera de estas ideas está clara, así que pasemos directamente a la segunda. 
Reencuentro es una palabra que me encanta, porque en sí misma conlleva la fugacidad del acto y la importancia de éste. Estas primeras semanas reencontré a mucha gente que llevaba tiempo sin ver. Virginia, hasta que se fue a trabajar a la Reunión, y Andrés Alacid, amigos del Erasmus, Luis, amigos de Óscar (amigo del Erasmus) y el propio öscar y Marta que me secuestraron una semana. 

Llegaron una mañana con la furgoneta de Marta cargada y me propusieron acompañarles a Barcelona para prepararse de nuevo para su nueva aventura. Yo no tuve que pensar demasiado y cogimos carretera esa misma tarde. Echaba tanto de menos viajar por carretera que el trayecto de cerca de 6 horas se me pasó volando. Llegamos pasada la media noche a Barcelona y dormimos en casa de Marta. 
Recuerdo que nos paramos en una gasolinera a descansar y mientras compraban provisiones para el viaje yo me monté en el longboard de Óscar, con los pies descalzos y sin camiseta. No hacía frío, para nada, y la ligera brisa que corría a aquella hora unida a la velocidad que alcanzaba ese cacharro hicieron que sintiera un sentimiento de libertad absoluto. No sé si habéis tenido alguna vez una sensación similar, pero el contacto de los pies descalzos con el asfalto y el aire fresco en la cara me sacó una sonrisa. 
La semana que pasamos en Barcelona me sirvió muchísimo para darme cuenta de muchas cosas, una de ellas, que nada había cambiado entre nosotros y que sin duda, son personas que nunca se irán de mi vida. 
Tuve la misma sensación al ver a Teresa (amiga de París), que actualmente está estudiando en Barcelona. Nos vimos dos días esa semana y parecía que nos habíamos visto el día anterior. La vi perfecta, radiante, como siempre y eso me encantó. 

Me compré un longboard, bajo la insistencia de Óscar y Marta, (los que me conozcáis sabréis que no fue tanta insistencia) y recorrimos las calles de la capital catalana como si fuera nuestra. Qué sensación, los tres montados sobre nuestras tablas, mirándonos y sintiendo que cada uno de nosotros sentía lo mismo. 
Fue una gran semana, sin duda lo fue. Volví el sábado por la noche en un tren nocturno. Nunca había viajado en el camarote de un tren, y también fue una gran experiencia. 
Pasaron unos días y Óscar volvió a Madrid, coincidiendo con la visita de Kurai y Juan. Marta también llegó, solo un día, luego se marcharía con Óscar a la Guayana Francesa, pero nos bastó para darnos el hasta luego rutinario hasta Navidad.

Poco más tarde empezaría las clases del máster, pero aún no habían terminado mis vacaciones.

sábado, 3 de noviembre de 2012

QUE TRATA DE TODO UN POCO Y DE NADA EN PARTICULAR

Aquel día, el día que llegué a la capital, hacía un sol radiante, como el de las doce del mediodía de Agosto en una playa de la isla, pero era día 11 de Septiembre y en la gran explanada interior de la península Ibérica. Hoy no, hoy llueve.
Llegué tranquilo y aliviado al tener un lugar donde dormir aquella noche, y las que le seguirían hasta hoy. Un piso al lado del famosísimo Parque del Retiro, con todas las comodidades y por un precio razonable teniendo en cuenta dónde y cómo se encontraba. 
Los primeros días, como es de imaginar, pasaron como una ligera brisa y sin apenas darme cuenta de que se me escurrían de las manos las primeras y mejores horas en este nuevo lugar, cuando todo es desconocido y todo te impresiona. Ahora no, ahora las calles son reconocibles, mi orientación cada día es más buena y las primeras sorpresas se convierten en primeros recuerdos. 
Cuando has empezado tu vida cuatro veces llegas a conclusiones que no llegarías en situaciones normales. El lugar, como mero espacio no tiene importancia, puede tratarse de la mejor o la peor ciudad del mundo, lo realmente importante es la gente que conoces en ella y las relaciones que vas entrelazando ahí. El espacio es sólo una línea más en la que trazamos nuestra vida, pero de esa línea van colgando personas, que al fin y al cabo, es lo más importante.
Madrid empezó bien al respecto.
Pero esa historia vendrá más adelante.