sábado, 3 de noviembre de 2012

QUE TRATA DE TODO UN POCO Y DE NADA EN PARTICULAR

Aquel día, el día que llegué a la capital, hacía un sol radiante, como el de las doce del mediodía de Agosto en una playa de la isla, pero era día 11 de Septiembre y en la gran explanada interior de la península Ibérica. Hoy no, hoy llueve.
Llegué tranquilo y aliviado al tener un lugar donde dormir aquella noche, y las que le seguirían hasta hoy. Un piso al lado del famosísimo Parque del Retiro, con todas las comodidades y por un precio razonable teniendo en cuenta dónde y cómo se encontraba. 
Los primeros días, como es de imaginar, pasaron como una ligera brisa y sin apenas darme cuenta de que se me escurrían de las manos las primeras y mejores horas en este nuevo lugar, cuando todo es desconocido y todo te impresiona. Ahora no, ahora las calles son reconocibles, mi orientación cada día es más buena y las primeras sorpresas se convierten en primeros recuerdos. 
Cuando has empezado tu vida cuatro veces llegas a conclusiones que no llegarías en situaciones normales. El lugar, como mero espacio no tiene importancia, puede tratarse de la mejor o la peor ciudad del mundo, lo realmente importante es la gente que conoces en ella y las relaciones que vas entrelazando ahí. El espacio es sólo una línea más en la que trazamos nuestra vida, pero de esa línea van colgando personas, que al fin y al cabo, es lo más importante.
Madrid empezó bien al respecto.
Pero esa historia vendrá más adelante. 

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